La Ley del Deuterio. Capítulo 6. Despegue
Aquí tenéis el efecto de otra noche perdida sin currar una mierda. Mañana trabajo, por mis huevos. Creo que me quedó algo corto, y casi no se avanza nada, pero al menos me ha servido para tener algo claro lo que va a pasar en los próximos capítulos, mientras sigo manteniendo los interrogantes. Qué bien me lo paso :).
Una manguera transportaba el deuterio entre ambas naves. Dapal permanecía en la cabina de la Nagash, mientras Wilson esperaba en la nave de Yude a que el contador de combustible descendiese a cero. El resto de la tripulación descansaba de las emociones del día.
- ¿Como marcha eso, Wil?
- Aún queda un poco. A donde fuera que se dirigían, debía de estar bastante lejos. Conseguiremos un buen pico de deuterio.
- Vaya, pues al precio al que está es bien raro encontrar una nave con el depósito casi lleno. Bien, bien, parece que las cosas se nos ponen un poco de cara. Ya tocaba.
- Sí, en cuanto cobremos el trabajo, con todo este combustible, deberíamos poder cruzar al menos una galaxia. Una más y ya estaríamos. ¿Quién lo diría hace unos meses, eh?
Cada uno en su nave, sonrieron. Sí, habían pasado por algunas dificultades, estaba bien tener una buena racha de vez en cuando.
- Wil, ¿qué piensas de nuestros invitados?
- Bueno, el viejo me cabrea, ya lo sabes. Su hijita, así de primeras, me parece un poco mojigata, es una pena que su padre no me deje acercarme a ella, podría ser divertido. Al tipo callado hay que agradecerle que al menos no molesta, y si es verdad que es militar, hasta es posible que nos sea de alguna ayuda. Y Cinty... bueno, he de reconocer que me ha sorprendido gratamente. Y mira que al principio sólo pensé en ella como 50 créditos y una noche agradable, pero hasta no me importaría que se viniese con nosotros.
- ¿Te refieres a su forma de disparar?
- Sí, bueno, a eso y a su forma de entrar en la nave. Sigilosa. Para estar tan asustada casi ni me doy cuenta cuando se nos coló.
- ¿Cómo que casi? Osea que...
- Sí, bueno, ya sabes como eres, si te digo en tierra que se nos subió la camarera, la tiras por la trampilla, haya los disparos que haya, así que tuve que darle una oportunidad de que se escondiera y esperar a que despegásemos.
- Si es que me lo imaginaba... Vamos, que mañana a esta hora el viejo Mart te deberá 50 créditos, ¿no?
- Bueeeeeno...
- Jejeje, ¿"Bueeeno" qué? ¿qué hiciste ahora?
- ¿Sabes cuándo tú y el viejo escondíais los cadáveres y la princesita y el guardaespaldas recogían su equipaje?
- Jajaja, ¡por eso tardasteis tanto en traer la nave!
Ambos compañeros rieron alegremente.
- Pero si quieres te la dejo, ¡eh!. Es que te veo que necesitas un empujón, Dap, y te aseguro que la chica merece la pena.
- Deja, anda, deja. Ya sé como son tus empujones.
- ¡Boh, si es fácil! Mira, le digo que sí, que me gusta mucho, y que pasé un rato maravilloso con ella, pero que me he fijado en cómo la miras, y le cuento la de lo mucho que te aprecio y todo eso, y que no quiero estropearlo o algo así. Luego, con que tú le digas cuatro cosas bonitas...
- ¡Pero si no la miro de ninguna manera!
- Yo lo sé, tú lo sabes, pero ella no sabe la carita de enamorado con la que la miras cuando no te ve.
- Vamos, como la mira Mart, ¿no? Así que es todo por hundir al viejo, ¿no?. Maldito manipulador...
- Aunque... espera, ¿no será que prefieres ser el príncipe azul de la princesita?
- ¿Con esa? ¡Venga, hombre! ¡Ni en broma!
Dapal se alegró de que a través del comunicador Wilson no pudiese ver cómo se ponía rojo. Era una pena que Yude hablara. Cuando simplemente estaba callada sonriendo era tan...
La siguiente repuesta de Wilson llegó a través del comunicador acompañada de un estruendo.
- ¡Hey! ¿Qué demonios? ¡Dap, me están disparando! Tenía que haber activado ese maldito escudo antes...
- ¿Qué? ¿Nos disparan otra vez? Wil, sal de ahí. Tenemos que soltar la manguera. El deuterio.
Los depósitos de las naves estaban protegidos con gruesas capas metálicas, pero si acertaban al conducto de plástico que los unía, todos formarían parte de unos bonitos fuegos artificiales.
Ambos jóvenes salieron a toda velocidad de sus respectivas cabinas, envueltos en los destellos azulados provocados por los impactos de los disparos en los escudos. Dapal buscó con la mirada el origen del fuego mientras corría hacia la boca del depósito de su nave. Wilson ya casi había desenganchado su lado.
- Wil, hay al menos cuatro. Dos tras aquellos ladrillos y otros dos en aquellas dos grúas.
- Cinco. Hay otro entre aquellos palés.
Dapal se giró hacia donde le indicaba, a tiempo de ver como un hombre se levantaba y encajaba en pleno rostro el disparo de Wilson.
- Bueno, ahora sólo cuatro.
Dapal terminó de desenganchar la manguera. Bien, lo más grave se había evitado. En el entorno de las naves estaban seguros, protegidos por el perímetro de los escudos. Con tal de sacar mínimamente el arma para disparar, como acababa de hacer Wilson, podrían defenderse sin demasiados apuros del asalto. Mientras no trajesen artillería más pesada que simples armas de mano estarían a salvo. Dapal acertó a uno de los de las grúas. En la situación en la que estaban era fácil, tenían tiempo de sobra para apuntar sin temer los disparos ajenos. Ya sólo quedaban tres.
- Wil, a la de tres, corre hacia aquí. Yo te cubriré.
- Esto... Dap, creo que va a ser mejor que sea yo quien te cubra a ti.
- ¿Pero qué dices...?
Wilson señaló a su espalda. Dapal se giró para ver, atónito, como la Nagash despegaba, dejándolos en tierra.
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