Thursday, January 04, 2007

La Ley del Deuterio. Capítulo 10. Información (2ª parte)

Buenas a todos otra vez. 2 cosas: lo primero, que mola ser ingeniero y tener tiempo para escribir. Lo segundo, que a ver si voy avanzando en la historia. Hoy otro capítulo, en el que una vez más, apenas pasa nada, pero seguimos situando los personajes. Además, ya medio tengo en la cabeza lo que va a pasar en los siguientes capítulos. Pos nada, no me enrollo más, ahí os dejo el capítulo, sólo espero no haber metido ninguna incongruencia con los capítulos viejos, que no me acuerdo de todos los detalles :P.


El café humeaba mientras ambos compañeros intentaban combatir el sueño.

- Sabía que me sonaba su cara - empezó Dapal-. Así que busqué por los hologramas de noticias que estuvimos viendo estos días. Y la encontré.
- ¿Y bien?
- Yude Werx. Ministra de Defensa de la Confederación Garay, cuya capital, Moltn 3:163:4, acabamos de dejar.
- Vaya, ni más ni menos que ministra. Y tan joven.
- Eso dije yo. Además parece ser que es la nueva joya del consejo, a la que todas las miradas apuntan. Pero resulta que la chica contó con buenas referencias. Empezó en el ministerio gracias al apoyo de su padre, el general Werx, que según he leído fue un condecorado héroe de guerra, en el último intento de invasión que recibió la confederación. ¿A cargo de
sabes quién?
- Es evidente. El único planeta importante de la zona es el que vamos a visitar. Lo que yo me pregunto es, ¿y cómo no es el padre el ministro? ¿Acaso murió?
- Algo que nos dará más juego. Parece que fue repudiado.
- ¿Y eso?
- Era un pez gordo, de hecho no me extrañaría que fuese el anterior ministro, pero según los que he encontrado sobre él se opuso a una serie de reformas sociales del Presidente de la Confederación. Al parecer no le faltaba algo de razón: las revueltas provocaron una revuelta bastante importante en todos los planetas de la confederación. Nuestro general se colocó en el bando perdedor, que fue brutalmente aniquilado. Tras el conflicto cayó en desgracia y ahora mismo es considerado un traidor a la patria. Su hija, con la que parece que se distanció durante la revuelta, ocupó el puesto en el ministerio.
- Vaya, eso suena un poco raro, ¿no? Cada miembro de la familia en un bando.
- Sí, no es lo más habitual. Pero esto te gustará más. He encontrado una foto antigua de nuestro hombre. Está un poco cambiado, pero tíñele el pelo, ponle unos años más, aspecto desaliñado y...
- ¡Es el viejo Mart!
- El mismo que viste y calza. Ya debemos de estar a punto de atracar. Vamos a la cabina, te contaré el resto mientras llegamos.

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La nave se fue acercando poco a poco al planeta. Ninguna patrulla los interceptó. Ningún señal llegó del planeta. No las tenían todas consigo,
y ninguno de los dos hablaba, pero la falta de combustible les obligó a dirigirse a la órbita del planeta. Presa de un creciente nerviosismo, Dapal dirigió la nave hacia el hangar del planeta, en cuya desolada superficie no se apreciaba el menor signo de vida.

- ¿Tú crees que se habrán ido? Parece que aquí no hay nadie.
- Tendremos que bajar a comprobarlo. ¿Prefieres quedarte en la nave o bajar?
- Baja tú, Dap. Me fío más de que yo te salve a ti cuando te cojan a que tengas que venir tú.
- Je, que te lo crees tú. Está bien, yo salgo. Ten encendida la radio, y te sigo contando la historia de nuestro amigo Mart.

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Dapal examinó la atmósfera del árido planeta. Sería bastante desagradable, pero lo prefería a salir con uno de esos incómodos trajes. A través de la radio, recibía distorsionada la voz de su compañero.
- ¿Averiguaste algo más del viejo?
- Parece ser que Mart es ahora un peligroso terrorista. No tan peligroso según algunos analistas. De hecho parece que su facción es de las más blandas, por lo que no es muy apreciado por las demás organizaciones terroristas que se oponen al gobierno, y se está quedando sin demasiados apoyos, atrapado entre dos bandos.
- Pues eso no es lo que parecía con su hija.
- Lo sé. Tal vez quiera entregarse. O tal vez intente protegerla de los ataques de alguna otra facción más radical.
- O tal vez intente ganarse apoyos.
- ¿Qué quieres decir?
- Que tal vez atentar contra su hija sea el golpe de fuerza que el general Werx necesita para recuperar sus apoyos.
- ¿Tan desesperado te parece? A mí no me dio esa impresión.
- Eres demasiado ingenuo, Dap. ¿A ti te parece normal esa escolta ridícula que llevaba la hija? Y el Zark ese está en el ajo. Toda la información que un peligroso terrorista tenía de la agenda de una ministra, aunque sea su hija... algo no me huele bien.
- ¿Tú crees? Pero tiene que haber alguien más involucrado. ¿Quién disparaba al viejo en Moltn? Y al salir de la luna, ¿qué pintaban esos tanques, la trampa que nos tendieron con los escuadrones? ¿En qué bando estaban esos?
- Para mí que lo del planeta fue algún policía que reconoció a un peligroso terrorista, de ahí lo repentino e improvisado del ataque y que no tuviese continuidad en la órbita del planeta. Después de eso investigarían a donde se dirigió nuestra nave y plantearían un ataque a mayor escala para que no escapáramos de la Luna.
- Le veo demasiadas casualidades.
- A mí me parece perfectamente plausible. Pero no te veo convencido. ¿Qué te quieres apostar? ¿10 créditos?

Dapal le siguió dando vueltas. Aún no acababa de tenerlo claro. Le parecía demasiado... poco probable. Además, estaba seguro de que Cinty tenía algún papel que jugar. Mientras, Wilson seguía intentado sacarle los cuartos.

- ¿Tal vez 50? Jejeje. Si no creyeses que tengo razón, te atreverías.

Dapal le ignoró, absorto como estaba en sus pensamientos, olvidando la misión de exploración que se suponía estaba realizando. Cuando se dio cuenta, unos 15 soldados, fuertemente armados, le rodeaban, apuntándole. Se le cayó la radio de las manos. Si sobrevivía, Wilson se reiría de él durante meses por su falta de concentración. Dos de los militares se abrieron para dejar paso a un nuevo personaje que parecía el jefe de todos ellos.

- Vaya, vaya, vaya. Mirad quien nos honra con su presencia. ¿Recordáis a aquel chico que no fuisteis capaces de capturar? Pues aquí lo tenéis, dispuesto a entregarme su cabeza en bandeja de plata, ¿no es irónico? Pero muchachos, por favor, nuestros modales, saludad a mi viejo amigo Dapal Molug.

- ¿Dap? ¿Qué pasa? ¿Dap, me oyes?

- Ha pasado tiempo, Jarl. ¿Qué tal te han ido las cosas?

Un oportuno culatazo en la nuca privó a Dapal de la posibilidad de mostrar su mejor sonrisa de adulador.

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