Thursday, September 07, 2006

La Ley del Deuterio. Capítulo 7. Cartas boca arriba

Bueeeno, después de un tiempo de trabajar (hasta avancé con el proyecto y todo :D), por fin el capítulo 7. Ya voy desvelando un poco el rol de cada personaje en la historia, pero sin explayarme tampoco demasiado, no vayamos a contarlo todo a la primera ;). Ahí os queda:

Mart se despertó desorientado. Un intenso dolor martilleó su cabeza, como si sufriese una fuerte resaca.
- ¡Aaaay!, ¡pero si llevo 24 horas sin probar gota!.
Cuando se intentó llevar la mano a la cabeza se dio cuenta de que estaba atado.
- ¡Eh! ¿Qué pasa aquí? ¿Qué significa esto? ¡SOCORROOOO...!

Otra punzada de dolor le obligó a callar. Debían de haberle drogado. ¿Pero quién? ¿Dónde estaban Yude y Zark? ¿Y los tres chicos? Otro estallido. Lo pensaría cuando se le pasase la jaqueca. Intentó enderezarse, pero su sentido del equilibrio no estaba dispuesto a colaborar.
- General...
La voz de Zark llegó cercana pero débil. Sus ojos se orientaron hacia el sonido, y vislumbró en la penumbra la silueta de su amigo.
- ¿Zark? ¿Estás bien? ¿Dónde está Yude? Estoy atado.
- Yo también estoy atado, pero estamos bien. Yude está a mi lado. Sigue inconsciente, aunque respira con normalidad.
- ¿Qué ha pasado?
- La rubia. La chica rubia.
- ¿Cinty? ¿Qué le ha pasado a Cinty?
Mart se temió lo peor. Pobre chica...
- Fue ella. Lanzó una bomba con algún tipo de somnífero mientras ustedes dormían. Conseguí salir, pero me estaba esperando fuera. Me golpeó, y me desperté aquí.
- ¿Qué? ¿Cinty? No puede ser... ¿Estás seguro Zark?
- Lo siento, señor. No pude protegerles.
El soldado parecía profundamente apenado por lo que él consideraba un fallo en su deber.
- Bueno, Zark, lo más importante es que todos estamos bien. ¿Sabes algo de los dos chicos?
- No señor. El rubio creo que seguía fuera cuando despegamos, en la otra nave. El moreno estaba en la cabina. Es todo lo que sé.
¿Tendrían algo que ver? A saber. ¿Habrían despegado sin ellos? Y lo más importante: ¿hacia dónde se dirigían?.

La luz se encendió, dañando los ojos de Mart, aumentando su malestar. Cinty entró en la habitación con una sonrisa de satisfacción en su cara.
- ¿Ha dormido bien, general Werx?. ¿Y usted, sargento?. ¿La ministra no nos honra con su tiempo todavía? No hay prisa, el viaje es largo, pronto despertará y tendremos tiempo de charlar todos tranquilamente.
- Cinty, ¿qué significa esto?.
- Significa, general, que hoy me he ganado el pan durante unos meses. Entre su recompensa y la de su hija, me llevaré un buen pellizco.
- ¿La de mi hija? No hay ninguna recompensa por mi hija. Y si se refiere a un rescate, la junta gestora no pagará ni un crédito por Yude.
- Oh, sí, lo sé. No es al gobierno a quien pienso venderla. Para algunas organizaciones terroristas, una ministra caída en desgracia... sigue siendo una ministra. Y más para las facciones opuestas a la suya, general.
- ¡Yo no soy un terrorista! ¡Yo sólo quiero lo mejor para mi patria, aunque para ello tenga que derrocar a la fuerza a este gobierno corrupto!
- ¿"Patria"? Que concepto tan anticuado para estos tiempos de permanente emigración. Pero sí, tal vez "patriota" sería un concepto adecuado para definir a alguien tan chapado a la antigua como usted. Sin embargo, yo lo definiría como "lucrativo". Tiene muchos enemigos, general, no solo el gobierno. Se había escondido muy bien, pero se sorprendería de lo rápido que lo encontramos cuando empezó a ofrecer este "trabajillo" de cantina en cantina. Un simple cambio de nombre no suele ser suficiente.
- Sin tan solo se trata de dinero, tal vez podamos llegar a un acuerdo...
Cinty se carcajeó, burlona.
- Mira, viejo, sé que no tienes un triste crédito. Sé que casi todos tus apoyos te han abandonado. Sé que este secuestro absurdo era tu última oportunidad de salvar a tu hija y recuperar tu credibilidad. No tienes nada. Al menos, nada que pueda interesarme.

Cinty se giró para marcharse, mientras Mart se dejaba vencer por el dolor. Hacía tiempo que nadie se dirigía a él con su verdadero nombre. No desde que el general Werx, el héroe de guerra, había caído en desgracia, pasando a ser considerado un sujeto subversivo, culpable de corromper a la juventud. Desde que había tenido que esconderse y convertirse en Mart, el borracho. Desde que todos le habían vuelto la espalda. Incluso su hija. Bueno, todos menos Zark. Otra oleada de dolor taladró su cabeza. Maldito somnífero. Tuvo un último pensamiento antes de que Cinty saliera de la habitación..
- ¿Qué hay de los dos chicos?
- No lo sé, y tampoco me importa demasiado. Una pena por el rubito. Habría sido un buen momento para tener un socio. Es un chico muy capaz, no sé si me entiendes.
Cinty le guiño el ojo a Mart y salió de la habitación sonriendo. Posiblemente los dos chicos ya estarían muertos. Seguiría examinando la Nagash. Parecía que además de las recompensas, ganaría una bonita nave, repleta de combustible. Todo iba perfectamente.

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Dapal corrió los 10 metros más rápidos de su vida. En apenas un par de zancadas recorrió la distancia que le separaba de Wilson, que le cubría protegiéndose tras el escudo de la nave.
- ¡Buf!, esta ya está mejor.
- Mierda. Dap, ¡¡CORRE!!
Wilson enfundó la pistola y corrió hacia la escalerilla que daba acceso a la cabina de la nave. Dapal, confuso, se dispuso a seguirle, pero necesitó escuchar el primer disparo para darse cuenta de lo que pasaba.

Tanques. El proyectil atravesó el escudo como si fuera mantequilla, golpeando en un costado de la nave. Dapal se tambaleó por la onda expansiva, siguió corriendo, cayó, se levantó y volvió a caer, aún aturdido. Por fin consiguió aferrarse a la base de la escotilla, encontrando una referencia fija que le permitiese recobrar el equilibrio. Wilson, ya arriba, le ayudó a subir, izándole como había hecho él con el viejo Mart hacía tan solo unas horas.
- Venga, Dap, necesito que eches a volar este cascarón.
- S...sí.
Dapal se acomodó en el puesto de piloto, mientras Wilson se dejaba caer a su lado. Buscó instintivamente el cinturón, pero no lo encontró. Esa no era su nave. Esos no eran sus botones, ni sus pantallas, ni sus sensores. Encontró por fin el cinturón y se lo ajustó. Respiró hondo. Tenía que...

Otra explosión hizo temblar el suelo bajo sus pies. Wilson salió despedido y soltó una maldición. Volvió al asiento y buscó él también el cinturón de seguridad. No estaban en una nave pesada, no resistiría mucho.

Dapal siguió impasible, estudiando los botones. Hacía tiempo que no pilotaba un carguero grande como ese, pero en otros tiempos aquello era pan comido para él. Cerró los ojos, dejando que sus recuerdos afloraran. Carguero grande, 3 pasos. Paso 1, encender motores, el botón azul a la altura de su mano izquierda. Paso 2, fijar coordenadas, en el display central, para que pudieran hacerlo tanto el piloto como el copiloto. Paso 3, despegar, presionar el botón de OK en el display. Abrió los ojos, satisfecho, y reprodujo las operaciones a toda velocidad, como si pilotase esa nave a diario. Insertó las coordenadas del planeta contiguo. No sabía cuánto deuterio les quedaba, pero hasta ahí llegarían seguro. Presionó el botón de OK, agarrándose al asiento para soportar mejor la acelaración. Un mensaje rojo apareció en el display:

La Central de Computación no dispone de ordenadores disponibles para gestionar su escuadrón. Por favor, inténtelo más tarde.

Bueno, para los que no jugaran al Ogame, explicar que, en el juego, cada imperio tiene un número limitado de escuadrones que puede mover al mismo tiempo (aumentable desarrollando Tecnología de Computación), xq se supone que cada vuelo es controlado por unos ordenadores, y se dispone de una potencia de cálculo limitada. Era algo realmente muy molesto :P

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2 Comments:

Blogger ismael said...

haaalaaa, mira tú la cinty qué puta... si es que ya le vale, menuda cabrona :P.

Bieeen, yo a ver cuando pongo elsiguiente :)

1:40 AM  
Blogger Simón said...

Jajaja, qué faena lo de la tecnología xD.

Oye, me está gustando esto :), sí señor. A ver si hago mi segunda entrega: hasta ahora soy el más vago :S

2:23 PM  

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